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LAS GUACAMAYAS EN MÉXICO

En un rincón de San Luis Potosí, existe una reserva privada de guacamayas. Más su creación ha sido fortuita, estas aves la han elegido como su hogar, el cual con el tiempo ha sido adaptado para ellas.



En esta ocasión la pequeña Wild Bobcat ha sido invitada a conocer el lugar y descubrir la magia en estos hermosos seres.

Salimos en el coche de una amiga, quien manejó durante las tres horas y media de camino. Nada mal, sin embargo para un viaje exprés resulta pesado.
Recorrimos desde autopistas, hasta pueblos fantasmas (nah, ya quisiera que hubiesen sido fantasmas). Subimos cerros y cruzamos carreteras verdaderamente angostas.


Pueblo 'fantasma'
En un punto, se acabó lo desértico de la zona, la vegetación florecía por todos lados, árboles y arbustos se adueñaban de la tierra. La combinación era boscosa con cactáceas. 


Ya comienza el bosque
Al llegar al lugar, podías darte cuenta de que ese era su hogar por dos razones: el ruido de las aves y los colores en los árboles.
También pudimos ver varios pavo-reales caminando por el rancho. Sus colores eran magníficos, las tonalidades de azules brillaban como oro.


Un amigo Pavoreal
El amigo Pavoreal a cuerpo completo
Además de guacamayas, también vimos halcones. que planeaban sobre nosotros con mucha facilidad y elegancia.


Son tan veloces que...
...son algo dificiles de fotografíar.

Cerca del rancho hay un mirador hecho a la medida para poder observar a las aves volando entre ellas. Un dato curioso es que, la mayoría de las veces volaban en parejas y si existía un tercero, normalmente sería su cría.


Vista panorámica desde el mirador

Ahí mismo volamos por un instante el dron, pero no por mucho, pues a las aves les resultaba una amenaza, al parecer. De modo que comenzaron a volar más cerca los dúos o tríos y en momentos volaban en grupos mayores cerca del dron.


Una pareja de guacamayas

Después de comer, decidimos dar una vuelta por el rancho y conocer más del bosque. Tuvimos un acercamiento a los hogares naturales de las guacamayas, sobre los árboles, vimos cómo se juntaban en hoyos dentro de ellos haciendo su nido de amor. 


Una libélula curiosa

Veías vida en todos lados, la variedad de fauna era increíble. Arañas, libélulas, en la noche luciérnagas, coyotes, e incluso, jaguares perdidos por el bosque. Mientras caminábamos subimos un pequeño cerro para encontrarnos con más bosque y una vista de los otros montes. También encontramos una pieza ceremonial, tenía una vela, una pirámide y una figura azteca.




Regresamos al rancho, para poder preparar la cena y brindar, con unas copas de vino, por la amistad y el viaje al que nos habían invitado. Vimos cómo las guacamayas regresaban a sus nidos y se acomodaban para descansar. En una palmera, muchísimas familias se acomodaron y durmieron sobre las palmas. Intentamos fotografiar la escena, sin embargo la luz no ayudaba y el flash era un foco rojo para ellas.


¡Mira esos ojos hermosos!

Al día siguiente, pude experimentar el acercamiento de una coqueta compañera guacamaya. Comenzó por acercarse al árbol en el cual tenían un loro, con el que yo estaba intentando platicar (ya sabes, imitan muy bien tus palabras). Se subió a la jaula del loro y me puse nerviosa, mi amiga se acercó con una naranja y me dijo que le diera los gajos a la guacamaya. Esto fue el resultado.


¿Alguna vez habías visto la lengua de una guacamaya?


¿No es lo más tierno?

Es triste terminar una aventura y tener que regresar a casa, pero al haber tenido estas experiencias y logrado una sana convivencia con la naturaleza es mayor la felicidad que prefieres agradecer que haya sucedido a que nunca hubiese ocurrido.

Créditos de las imágenes: Bruno Obregón

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